¿Por qué amamos el olor de los libros (y otras manías de lectores)?

Desde el instante en que abrimos un libro, antes incluso de sumergirnos en sus palabras, hay algo que nos envuelve de manera casi mágica: su olor. Ese aroma tan particular, mezcla de papel, tinta y tiempo, es capaz de transportarnos a recuerdos de nuestra infancia, a librerías escondidas o tardes de lectura bajo una manta. Pero, ¿por qué nos encanta tanto el olor de los libros? Y, sobre todo, ¡qué otras manías compartimos los amantes de la lectura?
El misterio del olor a libro: ciencia y nostalgia
El aroma de los libros no es un simple capricho, tiene una explicación química. Los compuestos orgánicos volátiles (COV) presentes en el papel y la tinta se degradan con el tiempo, liberando ese inconfundible olor a vainilla, almendras o incluso chocolate. Los libros antiguos suelen tener un aroma más profundo y especiado debido a la oxidación de la celulosa en el papel, mientras que los libros nuevos desprenden un olor más «limpio» y fresco, resultado de los adhesivos y la tinta moderna.
Pero más allá de la ciencia, el amor por este aroma tiene una fuerte carga emocional. Nos conecta con recuerdos, con momentos de calma y felicidad, con la sensación de aventura que se esconde entre las páginas. Para muchos, oler un libro es una forma de anticipar la historia que está por venir, una bienvenida olfativa a mundos desconocidos.
Otras manías de los lectores apasionados
Los amantes de los libros compartimos rituales y pequeñas obsesiones que hacen de la lectura una experiencia única y personal. ¿Te identificas con alguna de estas?
1. No doblar las esquinas de las páginas (o hacerlo con devoción)
Algunos lectores consideran un sacrilegio doblar las esquinas de un libro, mientras que otros lo ven como una señal de amor hacia la historia. Lo cierto es que los marcapáginas han salvado a muchos libros de ser «heridos» en el proceso de la lectura.
2. Acumular más libros de los que podemos leer
El fenómeno de la «tsundoku», un término japonés que describe el hábito de comprar libros y dejarlos sin leer, es común entre los lectores. Pero, ¡qué placer da saber que siempre habrá una nueva historia esperando por nosotros!
3. Leer con un lápiz o post-its a la mano
Algunos disfrutan subrayando frases, anotando pensamientos en los márgenes o pegando notas adhesivas en párrafos que les han marcado. Es una forma de dialogar con el libro, de hacerlo propio.
4. Leer el final antes de tiempo
Hay quienes no pueden resistirse y, antes de llegar al desenlace, hojean las últimas páginas para calmar su ansiedad. Aunque para otros esto sea impensable, cada quien disfruta la lectura a su manera.
5. Oler cada libro que pasa por nuestras manos
Y volvemos al punto central: el olor de los libros. No importa si es nuevo, viejo, prestado o propio. Oler un libro es una forma de conectarnos con él antes de leerlo, de hacerlo parte de nuestra historia personal.
Un libro que huele a mar y a infancia
Si hay un libro que evoca nostalgia, sueños y ese amor incondicional por la lectura, es «La niña y el mar» de María Noel Umpiérrez. Esta historia, cargada de magia y emociones, nos transporta a esa infancia en la que los pequeños detalles, como el olor de un libro o la brisa del mar, lo eran todo. Leerlo es como abrir un cofre de recuerdos y sumergirse en la esencia pura de la imaginación.
Al final, las manías de los lectores son parte de nuestra identidad. Cada uno tiene su forma de vivir la literatura, de hacerla suya. Y tú, ¡cuál es esa costumbre lectora que no puedes dejar atrás?